Ola de calor nocturna: ¿por qué el calor no cesa durante la noche?
La ola de calor sobre la zona central no da tregua, ni siquiera durante la noche, ¿por qué? Esto puede ser porque una ola de calor nocturna está en desarrollo, la que puede llegar a ser muy peligrosa para la salud de ciertos grupos de riesgo.
Las temperaturas en la zona central están haciendo de las suyas. Aproximadamente desde el 03 de diciembre, gran parte de las ciudades del centro del país experimentan temperaturas máximas superiores a lo considerado extremo, tal como lo define la Dirección Meteorológica de Chile. Pero, ¿qué sucede durante la noche con las temperaturas altas? ¿Puede haber una ola de calor nocturna?
La respuesta es sí. Primero, hay que considerar que el culpable de las olas de calor diurnas no es el Sol (directamente). Cuando se calculan los umbrales para definir estos fenómenos, se extrae el efecto puro del calentamiento diurno producto de la radiación solar, ya que esta no cambia de un día para otro de forma tan radical.
Ahora mismo, una fuerte alta presión (o dorsal) se ubica sobre la zona central, generando un fenómeno llamado subsidencia. El aire desciende, y a su vez, se calienta, tal como se aprecia en la figura esquemática en flechas naranjas y rojas.
Este calentamiento extra por subsidencia se adiciona al calentamiento normal producto de la radiación del día, lo que gatilla un evento extremo de temperatura. Adicionalmente, si este patrón se mantiene por días, se puede generar una ola de calor.
Por la noche, la ausencia de radiación solar permite el descenso de las temperaturas, pero la dorsal en altura sigue presente. Eso significa que las temperaturas se mantendrán más altas de lo que normalmente se experimentaría en una noche sin este forzante.
Curiosamente, estos vientos fuertes y secos puede suceder a cualquier hora del día, lo que nos demuestra que su origen no está en la radiación solar, sino más bien en la situación meteorológica predominante.
Las islas urbanas de calor
A la situación sinóptica y topográfica local, se debe sumar otro factor: la ciudad. Las grandes urbes se vuelve verdaderos puntos calientes durante la noche. Las condiciones del suelo, el asfalto, los edificios, las emisiones locales y la falta de viento, entre otros factores, atrapan el calor de forma más eficiente durante el día y luego lo liberan lentamente durante la noche.
Esto produce que el calor adicional observado durante el día se mantenga o incluso se acentúe aún más en la noche en zonas urbanas respecto a los entornos que no son ciudad.
Por ejemplo, se ha estimado que ciudades como Londres, Madrid o Barcelona, las temperaturas nocturnas pueden ser hasta 8 ºC más cálidas en el centro de la ciudad respecto a los alrededores no urbanizados.
En el caso de Santiago, un estudio muestra que el centro de la ciudad puede estar hasta 5,5 °C más cálido que una localidad de referencia, como lo es Pirque, en el sector sur de la ciudad (ver figura). Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en el mundo y se conoce como islas de calor.
En ese sentido, es importante mencionar que las olas de calor nocturnas son simplemente la continuación de las olas de calor diurnas generadas por condiciones sinópticas (dorsal) y topográficos (vientos del este), pero que pueden ser acentuadas por otros factores locales como las isla de calor, mucho más eficientes en calentar la ciudad durante la noche que en el día.
Cambio climático
En Chile no existe una definición exacta de lo que es una ola de calor nocturna, así como tampoco un monitoreo constante. Pero sin dudas es un concepto que debe ser desarrollado prontamente.
El cambio climático está generando que la temperatura del planeta se esté incrementando rápidamente. Para sorpresa de todos —excepto los científicos— las temperaturas están aumentando de manera mucho más notoria durante la noche que en el día.
Este factor, sumado a la constante urbanización de las ciudades, pone en peligro a las personas que las habitan. Las altas temperaturas de día y de noche producen golpes de calor, que si se extienden por varios días, generan graves problemas a la salud y pone en riesgo a población vulnerable como adultos mayores y niños.
Debemos estar preparados para un clima más cálido y extremo en las próximas décadas, junto a olas de calor diurnas —pero sobre todo nocturnas— cada vez más impactantes.