¿El almacenamiento de CO₂ distrae de las reducciones reales de emisiones?

El almacenamiento de carbono podría no estar cumpliendo su promesa: se cree que su eficacia real para frenar el calentamiento global es mucho menor de lo que se creía anteriormente. Este artículo te lo cuenta todo.

El almacenamiento de carbono no puede servir de coartada para seguir explotando masivamente el carbón, el petróleo y el gas.
El almacenamiento de carbono no puede servir de coartada para seguir explotando masivamente el carbón, el petróleo y el gas.

Durante dos décadas, la captura y almacenamiento de dióxido de carbono ( CAC ) ha generado esperanzas de frenar el calentamiento global. El principio es aparentemente simple: capturar el CO₂ de la combustión de carbón, petróleo, gas y biomasa, o directamente del aire, para luego inyectarlo a gran profundidad, en las capas geológicas, durante siglos.

Existen tres técnicas principales: precombustión, que separa el CO₂ antes de quemar el combustible; poscombustión, que lo extrae de los gases de escape mediante disolventes como la monoetanolamina (MEA); y oxicombustión, que quema el combustible con oxígeno puro para aislar el CO₂ con mayor facilidad. Los mejores procesos alcanzan tasas de captura del 80 al 95 %, e incluso, en ocasiones, del 99 %.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que la captura y almacenamiento de carbono podría contribuir en alrededor del 20% de las reducciones globales de CO₂ para 2050, si las emisiones totales se redujeran a la mitad entre 2005 y 2050. Se trata de un potencial enorme, pero sigue siendo en gran medida teórico.

Límites mucho más estrictos de lo esperado

Un estudio reciente publicado en Nature ha mermado en cierta medida el entusiasmo de los defensores del almacenamiento subterráneo de carbono. Durante mucho tiempo, se creyó que se podían almacenar hasta 40.000 gigatoneladas (Gt) de CO₂ bajo tierra. Sin embargo, la realidad es mucho más limitada: menos de 1.500 Gt podrían almacenarse de forma segura, un orden de magnitud veinticinco veces inferior a las estimaciones iniciales. Hay varias razones para ello.

El almacenamiento no está exento de riesgos: puede conllevar posibles fugas a la atmósfera, terremotos inducidos por inyección a presión, contaminación de las aguas subterráneas por acidificación e incluso puede dar lugar a conflictos geopolíticos si el almacenamiento se sitúa cerca de fronteras en disputa.

Para limitar el calentamiento global a +1,5 °C, de acuerdo con el Acuerdo de París, sería necesario eliminar de la atmósfera 8,7 Gt de CO₂ cada año. En otras palabras, si dependiéramos únicamente del almacenamiento subterráneo, nuestras reservas seguras se agotarían en tan solo unas décadas.

Un recurso escaso, no una solución milagrosa

Algunos grandes contaminadores, como Microsoft y Amazon, ya están invirtiendo en proyectos de captura tecnológica. Sin embargo, actualmente solo se almacenan 600.000 toneladas de CO₂ al año, 14.000 veces menos de lo que requeriría el objetivo climático global.

El almacenamiento debería considerarse un recurso escaso y no un comodín ilimitado, afirma Joeri Rogelj, investigador del Imperial College de Londres y coautor del estudio.

Teme que los gobiernos y las grandes empresas utilicen esta tecnología como pretexto para retrasar la transición energética y sigan quemando carbón y petróleo bajo el engañoso barniz de la "neutralidad de carbono".

Además, el coste sigue siendo un obstáculo importante: entre 50 y 100 euros por tonelada capturada, de los cuales el 85% se destina solo a la fase de captura, sin contar la "penalización energética" que puede llegar al 25% de la energía producida consumida por el propio proceso.

Dónde sigue siendo relevante el almacenamiento

A pesar de estas limitaciones, sería un error descartar por completo la captura y almacenamiento de carbono (CAC). En algunos sectores, es casi imposible prescindir por completo de las emisiones: cementeras, acerías, industrias químicas. Para estos usos, los llamados “incompresibles”, la CAC puede ser una herramienta estratégica.

Pero, por lo demás, el consenso científico es inequívoco: la prioridad absoluta sigue siendo la reducción de las emisiones en origen. En concreto, esto implica desplegar masivamente las energías renovables, fortalecer la eficiencia energética a todos los niveles, desde el aislamiento de los edificios hasta una movilidad más económica, la electrificación de los usos y la restauración de los sumideros naturales de carbono, como los bosques y los suelos.

Referencias del artículo

Kenza B., Maya DS, Steven B. (5 de septiembre de 2025). La captura de carbono será menos útil para combatir el cambio climático, advierten los científicos. Financial Times.

Gidden, MJ, Joshi, S., Armitage, JJ et al. Un límite planetario prudente para el almacenamiento geológico de carbono. Nature 645, 124–132 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09423-y