No, no crearon una abeja cyborg: qué hizo realmente el equipo chino con su minidispositivo eléctrico
Un nuevo estudio logró guiar los movimientos de abejas y cucarachas usando impulsos eléctricos, pero está lejos de ser una tecnología para el control mental.
Este mes, titulares alarmistas recorrieron redes sociales y medios internacionales: “Científicos chinos crean abeja cyborg para espionaje militar”. La imagen evoca un enjambre de insectos teledirigidos, mitad máquina, mitad animal, con fines bélicos.
Pero, ¿qué hay de cierto en esto? La respuesta corta es: ni se trata de cyborgs como los de ciencia ficción, ni de abejas voladoras al servicio de la vigilancia.
El estudio fue real, sí, y publicado por investigadores del Instituto de Tecnología de Beijing. Sin embargo, los alcances del experimento están lejos de los rumores. Aquí te explicamos qué se hizo, cómo funciona y qué implicancias reales tiene.
Impulsos que estimulan, pero no controlan
El equipo liderado por el profesor Zhao Jieliang diseñó el que sería el dispositivo más liviano hasta ahora para influir en el comportamiento de insectos.
¡Pero ojo! Esto no es control cerebral. El dispositivo no altera la conciencia ni las decisiones del insecto. En cambio, estimula órganos sensoriales —como los ojos o las antenas— para provocar movimientos específicos.
Es decir, el animal cree estar viendo algo que lo hace girar o caminar en cierta dirección.
Pero hay una traba mayor. El sistema requiere estar conectado a una fuente de poder mediante cables finos de cobre, porque la batería necesaria aún es demasiado pesada para que una abeja pueda volar con ella.
¿Si no vuela, entonces para qué sirve?
La pregunta es válida. Si la abeja no puede levantar vuelo con la batería a cuestas, ¿de qué sirve este experimento?
La respuesta está en el concepto de “biohíbrido”, es decir, organismos vivos que, mediante tecnología, pueden ser guiados o influenciados para realizar tareas específicas.

En el caso de las cucarachas, que soportan cargas mayores, el equipo logró que caminaran en línea recta durante 15 metros, desviándose solo 1,4 metros, con correcciones entre medio.
Lo consiguieron estimulando sus cerci (órganos sensoriales traseros) para imitar una amenaza, provocando una huida en la dirección deseada.
Sin embargo, los obstáculos técnicos siguen siendo muchos: el peso de las baterías, la precisión del control, y el estrés fisiológico en los insectos. A eso se suma el debate ético sobre el uso de seres vivos como plataformas biotecnológicas.
¿Insectos del mañana o una gran exageración?
La clave está en no confundir potencial con realidad. Si bien el equipo menciona posibles aplicaciones militares en su publicación —como vigilancia o ataques de precisión—, la propia tecnología no está lista para eso. No hay autonomía, no hay vuelo, no hay enjambres. Solo hay hipótesis.
Como ocurre con muchas investigaciones científicas, su valor actual está más en lo que nos enseña que en lo que promete.
Por ahora, la historia no es de cyborgs ni drones. Es de sentidos, de estímulos y de un zumbido que, bajo los cables y pulsos, revela los límites de lo que aún no se puede controlar.
Referencias de la noticia
- Zhong L. et all. (2025). Insect Trajectory Modulation Technology Based on Electrical Stimulation of Sensory Organs. Journal of mechanical engineering.
- Cindy Shan. (2025). Rumors about Chinese researchers creating bee-control device buzzing out of control. Publicado en la sección Fast Chech de Snopes.