Estudio revela que los abejorros no son criaturas de costumbre, cambian de flor según les conviene
Más allá de la memoria, eligen flores considerando el costo del viaje y la similitud de colores, desvelando una estrategia de forrajeo más eficiente de lo que se creía

Durante años pensamos que las abejas eran animales de costumbre. Que, por no complicarse la vida, preferían visitar una y otra vez el mismo tipo de flor. ¿Flores distintas? No, gracias. Mejor lo conocido.
Pero la ciencia acaba de darle un giro inesperado a esa idea. Investigadores de la Universidad de Tsukuba, en Japón, demostraron que los abejorros no se aferran a una flor por “flojera” mental. Todo lo contrario: cambian o no de flor según les convenga.
Sí, como lo lees. Los abejorros hacen pequeños cálculos en pleno vuelo, decidiendo si vale la pena recordar una flor distinta o si es mejor ahorrar energía volando menos. Una especie de contabilidad en miniatura para rendir mejor.
Esta vez, Darwin no tenía razón
La constancia floral —ese comportamiento en que los polinizadores se quedan "pegados" a un solo tipo de flor— fue explicada por Darwin en 1876 como una forma de evitar el esfuerzo de recordar varias flores a la vez.
Pero según este nuevo estudio publicado en Functional Ecology, esa explicación se queda corta. “Las abejas no son esclavas de su memoria, son estrategas del forrajeo”, aclaran los autores en un comunicado de la Universidad.
Si las flores están mezcladas, prefieren cambiar de flor para no volar tanto. Pero si las flores del mismo tipo están juntas, se quedan ahí. Lógico, ¿no?
Amarillo o azul, ¿cuál elijo?
Para comprobarlo, el equipo de investigación entrenó abejorros con flores artificiales de diferentes colores (azul, amarillo y dorado) distribuidas en tres escenarios: completamente mezcladas, medianamente agrupadas y bien agrupadas.
Observaron más de 8 mil visitas florales y los resultados fueron clarísimos:
- Cuando las flores estaban mezcladas, las abejas rompían su rutina. Cambiaban de flor hasta un 60% más que en otros casos.
- Si las flores del mismo tipo estaban juntas, se mantenían fieles a ese grupo.
- Cuando los colores eran muy parecidos (amarillo y dorado), trataban todas las flores como si fueran iguales.
Según explican en la publicación, encontraron un detalle interesante: cuanto más tiempo pasaban visitando una sola flor, más difícil era que cambiaran a otra.
Después de 40 visitas seguidas, la probabilidad de cambiar bajaba al 5%. Su memoria a corto plazo se iba “borrando”, como si esa otra flor ya no existiera.
Del zumbido a la decisión
A primera vista, el vuelo de un abejorro parece caótico. Pero detrás de cada giro y aterrizaje, hay una lógica silenciosa.
Además de ser interesante, entender este comportamiento tiene implicancias reales. Por ejemplo, si en un campo las flores están muy separadas, las abejas gastan más energía volando. Eso puede afectar su salud y su capacidad de polinizar.

Según explican los autores, una solución simple sería agrupar flores del mismo tipo en bloques.
Esto ya se está aplicando en algunos países como Alemania, donde proyectos de flores silvestres han logrado aumentar en un 30% las visitas de abejas a cultivos vecinos.
Lo que Darwin interpretó como una limitación, hoy se revela como una habilidad sorprendente: las abejas no repiten por costumbre, repiten si les conviene.
En su pequeño mundo, cada vuelo es una decisión vital. Y entender esto, en plena crisis de polinizadores, es más importante que nunca.
Fuentes y referencias de la noticia:
- Takagi K. et al. (2025). Realized flower constancy in bumble bees: Optimal foraging strategy balancing cognitive and travel costs and its possible consequences for floral diversity. Functional Ecology.
- Universidad de Tsukuba. (2025). Bees Actively Adjust Flower Choice Based on Color and Distance: Updating "Flower Constancy" Beyond Darwin's Theory. Publicado en la web de la institución.