Cuidados del Ciclamen o Violeta de Persia: la planta que florece en otoño e invierno
Una flor que desafía el frío y llena de color los meses más grises: aprende a cuidar el ciclamen y descubre cómo mantenerlo hermoso durante toda la temporada.

El ciclamen (Cyclamen persicum), también conocido como violeta de Persia, es una de esas plantas que sorprende: cuando muchas otras especies entran en reposo, él comienza a florecer con fuerza. En pleno otoño e invierno, despliega sus elegantes flores en tonos blancos, rosados, fucsias o rojos, acompañadas de un follaje marmoleado que también merece admiración.
Muy popular como planta de interior o para terrazas protegidas, se ha ganado su lugar en los hogares por su belleza, duración y bajo mantenimiento. Pero para que florezca en su máximo esplendor, es clave entender cómo se comporta esta planta según las estaciones y qué cuidados especiales requiere.
¿Dónde ubicar el ciclamen?
El lugar ideal para tu ciclamen es un espacio luminoso pero sin sol directo, y alejado de fuentes de calor como estufas o calefactores. Agradece temperaturas frescas, entre 10 y 18 °C, y sufre con el calor excesivo.

Si lo tienes en interior, prefiere ubicarlo cerca de una ventana orientada al sur o al oriente. En exteriores, puede ir en terrazas, balcones o patios techados, siempre que esté protegido del sol fuerte y de las heladas directas.
Riego: la clave del éxito
Uno de los errores más comunes con el ciclamen es el exceso de agua. Su tubérculo tiende a pudrirse si el sustrato permanece encharcado. Por eso, lo mejor es:
-
Regar solo cuando la tierra esté seca al tacto.
Evitar mojar el centro de la planta (el punto de crecimiento).
-
Idealmente, regar desde abajo, sumergiendo la maceta unos minutos en agua y dejando que absorba lo que necesita.
En invierno, el riego puede ser más espaciado, cada 7 a 10 días, dependiendo de la temperatura y la humedad ambiental. En verano, cuando entra en reposo y pierde sus hojas, casi no necesita agua.
Florece en otoño e invierno: así es su ciclo
El ciclamen tiene un comportamiento inverso al de muchas plantas. Su ciclo natural es el siguiente:

Primavera-verano: entra en reposo vegetativo. Las hojas se secan, y la planta parece morir, pero en realidad está “durmiendo”.
-
Otoño-invierno: se activa y comienza a brotar, generando hojas nuevas y flores.
Por eso, es normal que en septiembre u octubre no se vea muy atractiva. A partir de abril y mayo, si está bien cuidada, empieza a revivir con fuerza.
¿Cómo mantener la floración?
Para que el ciclamen siga floreciendo durante varias semanas o incluso meses:
-
Retira las flores marchitas desde la base del tallo, no solo los pétalos.
-
Aplica un fertilizante líquido para plantas con flor cada 15 a 20 días durante la floración.
-
Evita cambios bruscos de temperatura y corrientes de aire.
Si lo mantienes en las condiciones ideales, puede florecer ininterrumpidamente hasta bien entrada la primavera.
Multiplicación: ¿almácigo o siembra directa?
Multiplicar ciclámenes en casa no es tarea rápida, pero es posible. La forma más habitual es por semillas, aunque requiere paciencia. Se siembran en otoño tardío o a comienzos de invierno, en bandejas o almácigos con tierra suelta. Pueden tardar entre 4 a 6 semanas en germinar a unos 15°C.

Es importante mantener una humedad constante pero no excesiva, idealmente en un lugar protegido del sol directo. También puede reproducirse por división del tubérculo, aunque esto es más riesgoso y no siempre da buenos resultados.
Problemas comunes del ciclamen
Aunque es una planta bastante resistente, hay algunos problemas frecuentes:
-
Hojas amarillas: exceso de agua o calor ambiental.
-
Flores lacias: temperatura muy alta o falta de luz.
-
Podredumbre: suele aparecer si se riega desde arriba o si el sustrato no drena bien.
-
Ácaros o pulgones: pueden atacar si el ambiente es muy seco o si está en contacto con otras plantas infestadas.
En todos los casos, corregir el ambiente y mantener una buena ventilación suele ser suficiente para solucionarlo.
¿Es apto para hogares con niños y mascotas?
El ciclamen contiene sustancias tóxicas (como saponinas) que pueden causar vómitos o diarreas si se ingieren en grandes cantidades, especialmente el tubérculo. Por eso, no se recomienda dejarlo al alcance de niños pequeños o animales curiosos que tienden a morder plantas.
Dicho eso, no es una planta altamente peligrosa si se manipula con cuidado. Solo hay que tener precauciones básicas, como ubicarla fuera del alcance o enseñar a los niños a no jugar con las macetas.